El agua es esencial para la vida, es algo bien sabido, pero las cifras del –mal– uso de este recurso, el cambio climático, la contaminación indiscriminada de las fuentes de agua a causa del extractivismo y otras actividades humanas nos acercan peligrosamente a un futuro poco deseable.
El presente
Para proyectar el futuro es menester dar un vistazo al presente. Y no son pocas las alertas que se nos presentan.
La creciente demanda y la mala gestión de los recursos hídricos nos acercan peligrosamente a un futuro donde este recurso vital podría escasear. Según el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2024, aproximadamente el 70 por ciento de las extracciones de agua dulce a nivel mundial están destinadas a la agricultura, seguida de la industria y los usos domésticos. Además, la mitad de la población mundial sufre una escasez severa de agua durante al menos una parte del año. Este estrés hídrico tiene importantes consecuencias para la estabilidad social y está relacionado con el aumento de las migraciones en todo el mundo.
A nivel mundial, el acceso al agua sigue siendo un desafío significativo. Más de 2.200 millones de personas carecen de acceso a agua potable segura, y aproximadamente 3.500 millones no tienen servicios adecuados de saneamiento. Esta situación se ve agravada por el crecimiento demográfico, la variabilidad de las precipitaciones y la contaminación. Además, el cambio climático está aumentando la frecuencia y gravedad de las sequías, afectando a más de 1.400 millones de personas entre 2002 y 2021. La falta de acceso al agua no solo impacta la salud y la calidad de vida de las poblaciones en las que escasea, sino que también exacerba las desigualdades sociales y económicas, especialmente en las comunidades rurales y entre las mujeres y niñas.
El desperdicio de agua es otro problema crítico. La falta de reconocimiento del verdadero valor del agua es una de las principales causas de su mal uso y desperdicio. Se estima que una gran cantidad de agua se pierde debido a infraestructuras ineficientes, prácticas agrícolas inadecuadas y el uso excesivo en sectores industriales y domésticos.
Un año destinado a los glaciares
El ciclo del agua nos da cuenta de la vital correlación que existe entre las gigantescas montañas andinas y las extensas selvas amazónicas. Un constante baile de vida en donde todo está interligado.
Este año, 2025, fue declarado por las Naciones Unidas como el Año Internacional de la Conservación de los Glaciares, lo hace para destacar la urgente necesidad de proteger estas formaciones de hielo que abastecen de agua dulce a más de 2.000 millones de personas. La rápida desaparición de los glaciares debido al cambio climático amenaza la seguridad hídrica a largo plazo y subraya la importancia de adoptar medidas inmediatas para su conservación.

Los glaciares de los Andes desempeñan un papel crucial en la seguridad hídrica de la Amazonía. Estos gigantes de hielo actúan como reservas naturales de agua dulce, liberando agua gradualmente a lo largo del año. Durante la temporada seca, el deshielo de los glaciares proporciona un flujo constante de agua que alimenta los ríos y arroyos de la región amazónica. Sin esta fuente de agua, muchas comunidades y ecosistemas de la Amazonía enfrentarían una escasez severa, especialmente en los meses más secos.
Además, los glaciares contribuyen a la formación de los llamados “ríos voladores”. Estos son corrientes de vapor de agua que se desplazan desde la Amazonía hacia otras partes del continente sudamericano. La selva amazónica, con su vasta cobertura forestal, actúa como una bomba biótica que evapora grandes cantidades de agua y las envía a la atmósfera. Este vapor de agua se transporta por los vientos hacia los Andes, donde se condensa y precipita, alimentando los glaciares y los sistemas hídricos de la región.
La conservación de los glaciares es esencial no solo para la seguridad hídrica de la Amazonía, sino también para la estabilidad climática de toda la región. El cambio climático está acelerando el derretimiento de los glaciares, lo que amenaza con alterar el ciclo hidrológico y reducir la disponibilidad de agua dulce. En el Año Internacional de la Conservación de los Glaciares, es fundamental que tomemos medidas para proteger estos importantes recursos y garantizar un futuro sostenible para las comunidades y ecosistemas que dependen de ellos.
El futuro
Enfrentamos un desafío monumental: la escasez de agua dulce. Para evitar un futuro sombrío, debemos actuar ahora. Implementar políticas de conservación, promover el uso responsable del agua y mejorar la infraestructura para reducir las pérdidas son pasos cruciales. La educación y la concienciación también juegan un papel vital para que cada individuo entienda la importancia de este recurso finito. Además, es necesario fomentar la reutilización del agua y apoyar proyectos de reforestación puede ayudar a mantener el ciclo hidrológico en equilibrio.
Si no tomamos medidas, el futuro podría ser desolador. La escasez de agua dulce afectaría la agricultura, la industria y la vida cotidiana, provocando conflictos y migraciones masivas. Las ciudades podrían convertirse en desiertos y la biodiversidad sufriría enormemente. La falta de agua potable también incrementaría las enfermedades y reduciría la calidad de vida. Es imperativo que actuemos hoy para asegurar un mañana sostenible y próspero para las futuras generaciones.
Desde el Programa Universitario Amazónico (PUAM) continuamos con nuestro compromiso en la promoción y visibilización sobre las preocupaciones y necesidades de las comunidades amazónicas en cuanto a la defensa y conservación de sus fuentes hídricas frente a las amenazas de las actividades extractivas presentes en sus territorios y su impacto sobre sus ríos. Puedes leer más sobre esto en el registro de nuestra participación en la Conferencia de la ONU sobre el Agua 2023.
Sabías qué REPAM lanzó hoy una nueva campaña llamada Agua: Vida, Derechos y Futuro en la Amazonía
La REPAM destaca la urgencia de proteger el agua ante la escasez y contaminación en la región. Propone educar y concienciar a las comunidades, movilizar socialmente para presionar a gobiernos y empresas, y crear mecanismos de monitoreo para denunciar violaciones de derechos relacionados con el agua. La campaña busca involucrar a personas de todo el mundo, promoviendo el intercambio de información y la participación en eventos, como la Cumbre del Agua en Iquitos, Perú. Además, se realizarán talleres y transmisiones en vivo para sensibilizar al público y defender los derechos de las comunidades amazónicas.