Testimonios desde Nauta relatan el impacto del extractivismo en la salud y la espiritualidad, y el impulso comunitario para recuperar la lengua Kukama y avanzar en el reconocimiento del Marañón como sujeto de derechos. La sesión se realizó el 10 de diciembre de 2025, fecha que coincidió con el Día de los Derechos Humanos.
La VII Cátedra Cardenal Claudio Hummes del Programa Universitario Amazónico (PUAM), Saberes, Lenguas y Cultura en la Defensa de la Cuenca del Marañón, centró su mirada en la cuenca del Marañón y en el pueblo Kukama, convocando un diálogo vivo entre memoria, espiritualidad y defensa del territorio.
Moderada por Mauricio López (Rector-fundador del PUAM), la sesión reunió a Danna Tello es antropóloga social por la UNAP, activista, compositora y cantante kukama de Nauta (Loreto, Perú), colabora con Radio Ucamara en procesos intergeneracionales de revitalización de la lengua Kukama, Pedro Grandez Garcés (Pedro Alca), kukama de Nauta (Loreto, Perú), activista, artista musical, kayakista, comunicador social y estudiante de Derecho, su trabajo articula arte, derecho y recorridos en kayak por la cuenca del Marañón para visibilizar y transformar realidades atravesadas por el olvido, la desigualdad y la violencia estructural, y a Gonzalo Guevara, comunicador y documentalista mexicano. Juntos exploraron y reflexionaron como desde el territorio cómo los saberes ancestrales, las lenguas originarias y la cultura sostienen la protección de la Amazonía.
Las intervenciones pusieron rostro y voces al impacto del extractivismo en la vida cotidiana. “Los derrames de petróleo y la minería ilegal han afectado directamente la vivencia de muchas mujeres en el Marañón”, señaló Danna, antes de subrayar un vínculo esencial: “Si el río está contaminado, los bancos (sanadores) no pueden curar”. Pedro, por su parte, afirmó que el extractivismo “ha dañado nuestra espiritualidad, ha roto nuestra identidad cultural y nuestro derecho a la autodeterminación”, recordando que la violencia que hoy experimentan las comunidades se remonta a la época del caucho y se expresa en nuevas formas.
Las cifras interpelan: entre 2000 y 2019 se registraron más de 470 derrames petroleros en la Amazonía peruana; y, en años recientes, más de 60 en el río Marañón. El daño alcanza el agua, la alimentación y el tejido comunitario, pero también una dimensión muchas veces invisible desde la ciudad: para el pueblo Kukama, el río es un ser vivo, madre y espíritu que acompaña la existencia. Por eso, antes de pescar, se pide permiso: la vida se comparte, no se arrebata. Desde su mirada de comunicador, Gonzalo Guevara cuestionó los “laberintos de desinformación” que nos envuelven en las ciudades y lanzó una llamada simple y poderosa: si no entendemos, respetemos la cultura y la espiritualidad del territorio.
Las cifras interpelan: entre 2000 y 2019 se registraron más de 470 derrames petroleros en la Amazonía peruana; y, en años recientes, más de 60 en el río Marañón. El daño alcanza el agua, la alimentación y el tejido comunitario, pero también una dimensión muchas veces invisible desde la ciudad: para el pueblo Kukama, el río es un ser vivo, madre y espíritu que acompaña la existencia. Por eso, antes de pescar, se pide permiso: la vida se comparte, no se arrebata. Desde su mirada de comunicador, Gonzalo Guevara cuestionó los “laberintos de desinformación” que nos envuelven en las ciudades y lanzó una llamada simple y poderosa: si no entendemos, respetemos la cultura y la espiritualidad del territorio.
Las cifras interpelan: entre 2000 y 2019 se registraron más de 470 derrames petroleros en la Amazonía peruana; y, en años recientes, más de 60 en el río Marañón. El daño alcanza el agua, la alimentación y el tejido comunitario, pero también una dimensión muchas veces invisible desde la ciudad: para el pueblo Kukama, el río es un ser vivo, madre y espíritu que acompaña la existencia. Por eso, antes de pescar, se pide permiso: la vida se comparte, no se arrebata. Desde su mirada de comunicador, Gonzalo Guevara cuestionó los “laberintos de desinformación” que nos envuelven en las ciudades y lanzó una llamada simple y poderosa: si no entendemos, respetemos la cultura y la espiritualidad del territorio.
En esa misma línea, la sesión destacó el impulso comunitario para revitalizar la lengua Kukama: la escuela Iquari, el programa radial Kukama Nucatupi y los encuentros con mayores reaniman el idioma mediante cantos, relatos y aprendizajes cotidianos —cómo se pesca, cómo se nombran las frutas, cómo se camina el río—, fortaleciendo identidad y cohesión. “Recuperar nuestra palabra nos fortalece como pueblo”, insistió Danna, señalando además los puentes tejidos con comunidades Kukama en Brasil y Colombia. Recuperar la lengua es también recuperar la capacidad de nombrar el mundo desde la propia cosmovisión, y con ello reconstituir normas de convivencia y respeto que sostienen la vida.
Un espacio para la memoria, verdad y reparación
El diálogo abordó, además, la memoria y la justicia. Desde Nauta, el colectivo Tsiuni+ impulsa la demanda de una Comisión de la Verdad que esclarezca los crímenes de la era del caucho; y Pedro presentó la iniciativa SUNI, que reclama derecho a la verdad, reparación y un nuevo trato hacia los pueblos indígenas frente a proyectos extractivos. La defensa del territorio se trama así con la defensa de la memoria: sin verdad no hay futuro posible.
Esta cátedra alimenta, a la vez, un proceso de documentación narrativa del PUAM: un largometraje documental y cortos formativos en alianza con Radio Ucamara, para seguir narrando vidas y resistencias desde la territorialidad panamazónica. La transmisión contó con el apoyo de aliados como CELAM, CEAMA, REPAM, AUSJAL, CLAR y SIGNIS Ecuador, ampliando el alcance del mensaje que nace en las orillas del Marañón y busca resonar más allá de la Amazonía.









