En el año 2003, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció la celebración del Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, con el objetivo de apoyar la diversidad, el diálogo, la inclusión y la cooperación entre las distintas culturas. El día de hoy, a 22 años de esta iniciativa, nos preguntamos: ¿Qué implicancias y sentidos tiene este día en nuestra misión por promover una educación superior integral, digna y multidisciplinaria en el contexto Panamazónico?
La Amazonía es el hogar de 47 millones de personas. En esos 47 millones, se incluyen más de dos millones de personas indígenas, con sus propias identidades culturales, prácticas de gestión territorial y 300 idiomas[1].
“Cultura” y “desarrollo” son conceptos amplios, abstractos y disputados, que pueden ser entendidos también como significantes vacíos[2] o conceptos viajeros[3]. Eso significa que no tienen un significado fijo, sino que distintos grupos les atribuyen sentidos diversos e incluso contradictorios, según el contexto histórico, geográfico o político. El concepto de cultura, por ejemplo, ha pasado de entenderse como un modelo ideal y estático (un “deber ser” aprendido en códigos o libros) a concebirse como un conjunto de significados compartidos que usamos para interpretar el mundo[4]. Esta forma de ver, sentir y actuar que se interioriza colectivamente, está en constante disputa y transformación y permite a la vez, la cooperación entre las personas, ya que ofrece un marco común de referencia que facilita el entendimiento mutuo, la comunicación y la construcción de objetivos colectivos[5].
Respecto al desarrollo, esta noción también ha sido campo de conflicto y cambio, fluctuando desde visiones economicistas en donde el desarrollo se mide estrictamente a través del nivel de los ingresos económicos, hasta las visiones más actuales en donde dentro de este concepto se incluyen logros a nivel de escolaridad, salud, protección ambiental, calidad de vida, entre otros.
La diversidad poblacional, los múltiples intereses y demandas en torno al manejo de sus recursos naturales y humanos, convierten a la Amazonía en un campo aún más complejo y en constante disputa respecto a qué cultura y qué desarrollo se busca promover.
A nivel regional, en el territorio amazónico conviven culturas en plural,cada una con sus especificidades y formas de ver el mundo. Pueblos indígenas, mestizos, afrodescendientes, campesinos. Todas ellas con intereses y perspectivas de desarrollo diversas y distintos grados de conexión con su entorno natural.A nivel global, la cultura del consumo y el descarte se ha impuesto, siendo el territorio amazónico, y en él sus pueblos y culturas diversas, la fuente en donde los recursos para el planeta se extraen de manera desenfrenada. Como señalaba el papa Francisco en Laudato Sí: “Si tenemos en cuenta que el ser humano también es una criatura de este mundo, que tiene derecho a vivir y a ser feliz, y que además tiene una dignidad especialísima, no podemos dejar de considerar los efectos de la degradación ambiental, del actual modelo de desarrollo y de la cultura del descarte en la vida de las personas” [6]. La expansión minera legal e ilegal abarca un territorio de 1,28 millones de km2 afectando territorios de pueblos indígenas y cubriendo el 20% de su extensión. Paralelamente, la explotación de petróleo y gas amenaza con impactar alrededor de 65 millones de hectáreas, lo que intensifica la presión sobre los ecosistemas y comunidades locales[7].
Aparte de esta cultura del descarte, el despojo y la extracción (términos que funcionan en conjunto), vemos en el día a día que en el territorio confluyen agentes económicos, organizaciones internacionales, Estados, gobiernos locales, entre otros, que buscan adjetivar desde una mirada externa la diversidad amazónica, encasillar a los pueblos que allí viven desde una sola mirada, algunos folklorizando y sacando réditos de sus cosmovisiones y tradiciones particulares, otros en el extremo opuesto, despojándolos de toda historia, de toda particularidad, sin asumirlos siquiera como poblaciones con derechos sobre su territorio. Frente a la incertidumbre y disputa de sentidos, los habitantes intentan hacerse camino para satisfacer sus necesidades básicas, entrar o alejarse de discursos impuestos respecto al desarrollo, hacer escuchar su voz y demandas.
Caminos de acción
La diversidad del territorio amazónico, reflejada en la multiplicidad de pueblos y culturas, implica una gran riqueza de recursos sociales y potencialidades para impulsar transformaciones desde adentro, ya sea mediante procesos autogestionados o en articulación con otros actores, tanto locales como globales. Esta pluralidad exige repensar las nociones de cultura y desarrollo, asumiéndolas en su carácter dinámico, diverso y situado. Como punto de partida, es fundamental promover una cultura de la escucha que reconozca y valore los saberes, lenguas y formas de vida de los pueblos amazónicos como fuentes legítimas de conocimiento y derechos sobre sus territorios. Las iniciativas de cambio y transformación desde dentro ya están presentes con diferentes rostros, pero necesitan ser impulsadas y consideradas a nivel nacional y a nivel global.
En este horizonte, es clave también, como la plantea el Papa Francisco en Laudato Sí’, impulsar una cultura del cuidado, una cultura ecológica y una cultura del encuentro, que el trabajo conjunto con comunidades y pueblos amazónicos no se reduzca a respuestas técnicas o superficiales, sino que proponga una manera integral de habitar el mundo. La cultura del encuentro implica reconocer y valorar la diversidad cultural, construir puentes en lugar de fronteras y promover una fraternidad activa que supere el individualismo. La Iglesia, al acompañar a estos pueblos, adopta la lógica del encuentro como vía para expresar el mensaje cristiano en diálogo con las tradiciones y formas de vida amazónicas, favoreciendo así una convivencia armónica que respete la diversidad cultural y promueva el bien común.[8] Esta mirada integra pensamiento, política, educación, espiritualidad y modos de vida como formas de resistencia al paradigma tecnocrático y a la lógica fragmentada que caracteriza muchas de las respuestas contemporáneas frente a la crisis ambiental, social y política. La Amazonía, con su riqueza y complejidad, no puede ser pensada ni transformada desde afuera, ni desde visiones homogéneas.
Desde el Programa Universitario Amazónico (PUAM), creemos que la educación superior debe estar al servicio de los territorios y no al revés. Apostamos por un modelo educativo integral, digno, crítico e intercultural, que se construya desde y con las comunidades amazónicas, asumiendo y acogiendo las tensiones propias de los procesos sociales y la lucha por los sentidos de nociones como cultura y desarrollo. Esto implica fortalecer procesos de escucha activa, diálogo horizontal y acompañamiento permanente, como punto de partida para una educación que no desplace a las y los jóvenes de sus territorios, sino que se adapte a sus realidades, lenguas y formas de vida, a través de modalidades flexibles y pertinentes. Promover el conocimiento desde las necesidades y desafíos del territorio amazónico, reconociendo su multidimensionalidad y complejidad, es también una forma de resistencia y de esperanza. Decimos sí a una cultura en su esencia diversa, cambiante, creativa y profundamente vinculada a su entorno y generosa naturaleza.
[1] SDG Academy (2024). Introducción La Amazonía viva: ciencia, culturas y sostenibilidad en práctica. Introducción al curso La Amazonía viva: ciencia, culturas y sostenibilidad en práctica. Disponible en: https://courses.edx.org/
[2] Laclau, E. (2005). La razón populista. Fondo de Cultura Económica.
[3] Bal, M. (2002). Travelling concepts in the humanities: A rough guide. University of Toronto Press.
[4] Gimenez, G. (2010). La cultura como identidad y la identidad como cultura. Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Dosponible en: https://red.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/biblioteca/laculturacomoidentidadylaidentidadcomoculturagilbertogimenez.pdf
[5] Hall, S. (2003). Cultural studies and its theoretical legacies. In The Cultural Studies Reader, ed. Simon During. Routledge; Gimenez, G. (2010). La cultura como identidad y la identidad como cultura. Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. Disponible en: https://red.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/biblioteca/laculturacomoidentidadylaidentidadcomoculturagilbertogimenez.pdf; Harari, Y. N. (2024). Nexus: Una breve historia de las redes de información desde la Edad de Piedra hasta la IA. Editorial Debate.
[6] Francisco. (2015). Laudato Si’: Sobre el cuidado de la casa común [Carta encíclica]. N.43
[7] Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social – Latindadd, 2024
[8] Francisco. (2020). Querida Amazonia: Exhortación apostólica postsinodal. Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana. Disponible en: https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20200202_querida-amazonia.html