Imagina una Iglesia que no impone ni obliga, sino que realmente escucha las historias de quienes están en los márgenes. Ese fue el tema central de la reciente charla de Mauricio López Oropeza en la serie de conferencias Helder Câmara en el Newman College de Melbourne, Australia, donde este influyente líder laico ignaciano trazó paralelismos entre las culturas australiana y amazónica, y exploró cómo ambas regiones están moldeando la sinodalidad católica a través de la escucha y el encuentro.

Un relato de la reciente visita del Sr. López Oropeza al museo de los pueblos aborígenes en el Museo de Melbourne marcó el tono de su mensaje. Describió la profunda reverencia e inconformidad que sintió: «Este espacio alberga las voces de algunas de las culturas vivas más antiguas del mundo, cuya sabiduría y conexión con la tierra han perdurado por miles de años».

Pero también reveló la dolorosa verdad del colonialismo. «Escuché y vi testimonios de ruptura y pérdida», dijo. «Sin embargo, lo que más me conmovió fue la fuerza en las historias esperanzadoras compartidas a través de la escucha profunda. Ancianos y jóvenes hablando, no solo de supervivencia, sino de orgullo cultural, de memoria y futuro».

Esta experiencia se conecta y refleja su trabajo en la Amazonía, donde ha dedicado 15 años a una misión de acompañamiento a comunidades indígenas. Esta experiencia le ha enseñado que el papel de la Iglesia es reconocer las heridas sin apresurarse a pretender sanarlas, y honrar cada cultura como un don. Esto, argumentó, es el corazón del camino sinodal.

«Se trata de caminar con respeto al ritmo de la canoa —como lo llamamos en la Amazonía, con sus grandes ríos—, habitando las tensiones con un corazón abierto. Australia me ha ofrecido un testimonio hermoso y aún inconcluso, donde las heridas profundas coexisten con el coraje de construir nuevas relaciones».

El Sr. López Oropeza dijo que caminar con los pueblos amazónicos conlleva la responsabilidad de portar la memoria de un territorio sagrado y vivo—herido, pero lleno de vida.

«La Amazonía es mucho más que bosques y ríos. Es un territorio que respira a través de su rica biodiversidad, su profundidad cultural y las voces de cientos de naciones indígenas», dijo. Alberga un tercio de la biodiversidad mundial, el 20 % del agua dulce no congelada del planeta y actúa como un pulmón vital para la Tierra, como destacó el Papa Francisco en Laudato Si’.

Su importancia para el planeta no puede subestimarse, pero este sistema vivo está en crisis. «El 17 % del bosque primario ya se ha perdido. Si llegamos al 25 % de deforestación, seguramente cruzaremos un punto de no retorno», advirtió el Sr. López Oropeza. «La Amazonía —y créanme, lo hará— se convertirá en una sabana, alterando el clima global y extinguiendo culturas y ecosistemas».

Sin embargo, hay esperanza espiritual, y él dijo que ha habido una especie de revolución dentro de la Iglesia, que ahora reconoce a la Amazonía «como un lugar sagrado, un locus, donde Dios sigue revelándose y habla a través de la creación y los pueblos».

Se refirió al histórico Sínodo Panamazónico de 2019, convocado por el Papa Francisco. El cual marcó un punto de inflexión para la región y para toda la Iglesia, dijo, ya que escuchó «a las periferias para discernir nuevos caminos». Más de 87,000 personas participaron en un evento que, según Mauricio n, anticipó el sínodo sobre la sinodalidad, que definió los últimos años del pontificado de Francisco. Sínodo universal que también reflejó el trabajo que se realiza en Australia a través del Concilio Plenario.

«Desde los márgenes, la Iglesia se está renovando», dijo. «Recuerdo muy bien cuando el Papa Francisco nos pidió que aseguráramos que la periferia fuera la que hablara e iluminara al centro. Ya estaba señalando en esa dirección. Hay algo en las comunidades amazónicas que no es un conocimiento folclórico, sino una verdadera experiencia de sabiduría y también un enfoque pastoral, que proviene de la fragilidad y no de las grandes institucionalidades».

Describió a la Iglesia en la Amazonía como comprometida con la transformación y verdaderamente arraigada en la vida de las personas. Las mujeres están al frente del sostenimiento de las comunidades. «Esta estructura abre nuevas posibilidades para el liderazgo, la gobernanza y la interculturalidad», dijo.

Esto también deja a la región abierta a otras influencias. Mauricio señaló el auge de los misioneros cristianos evangélicos como un verdadero desafío para la Iglesia católica, especialmente porque estos grupos a menudo atraen a las poblaciones locales y pueden socavar las identidades, lenguas y prácticas indígenas. «En Brasil, probablemente el 60 % de quienes se identifican como cristianos en la región amazónica son evangélicos», dijo Mauricio.

La Iglesia católica, argumentó, debe responder asegurando la presencia sacramental y reconociendo los ministerios locales. «Los católicos deberían tener derecho a acceder a los sacramentos por derecho canónico. Pero en algunos lugares, los sacerdotes pueden llegar una vez al año, en otros, una vez cada tres o cinco años», dijo. «Los evangélicos tienen un enfoque diferente, un proceso de formación muy rápido, y eso es algo de lo que también deberíamos aprender».

Uno de los resultados del Sínodo Panamazónico fue la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), una estructura sin precedentes con laicos y mujeres indígenas en roles de liderazgo. El Sr López. Oropeza, como vicepresidente laico de este organismo, destacó su importancia: «La composición de esta conferencia es única. Tenemos un obispo como presidente y cuatro vicepresidentes—dos de ellos mujeres indígenas, una de ellas religiosa. Este modelo desafía las jerarquías tradicionales y abre nuevas posibilidades para la gobernanza y el diálogo intercultural», dijo.

No se trata solo de poner adornos en la liturgia.

La conferencia está desarrollando el Rito Amazónico, cuyos rituales están en las etapas finales de desarrollo para una «fase experimental». Ha sido un proceso largo, iniciado durante el Sínodo Panamazónico y basado en la defensa del pluralismo litúrgico del Concilio Vaticano II. Este Rito Amazónico, según el sínodo, expresaría «el patrimonio litúrgico, teológico, disciplinario y espiritual de la Amazonía» y apoyaría la labor de evangelización.

El Sr. López Oropeza dijo que la estructura no sería una «caracterización amazónica dentro del Rito Latino Romano» porque ese no es el espíritu de la Amazonía. «No se trata solo de poner adornos en la liturgia», dijo. «El elemento clave es el carácter ministerial de la Iglesia, todo el enfoque ministerial, donde encaja el pueblo de Dios».

Dijo que hay equipos de teólogos, antropólogos, abogados y agentes pastorales laicos desarrollando el rito. Están «escuchando a la gente en el territorio, tratando de lograr una comprensión integral de la realidad vivida en la Amazonía». Mauricio reconoció que el proceso pone nerviosos a algunos dentro de la jerarquía eclesial, pero señaló que la idea surgió de la escucha a las 87,000 personas del Sínodo Panamazónico, enfatizando la importancia de escuchar sus voces y experiencias.

El Sr. López Oropeza concluyó su conferencia citando la obra de James McCauley, un poeta australiano que lo cautivó durante su visita, y cuya poesía vio como una metáfora de la resiliencia y la presencia divina:

Cuando surgen tormentas, y tumultos sacuden,
y destrozan esta forma mortal,
hay una estrella brillante, una estrella hermosa,
que brilla por encima de la tormenta.

Este año se celebra el 40.º aniversario de la serie de conferencias Helder Camara, iniciada en 1985 por el hermano marista Mark O’Connor y nombrada en honor al arzobispo brasileño Hélder Câmara. Mons.  Câmara fue un crítico abierto de la dictadura militar en Brasil, que duró desde mediados de los años 60 hasta 1985, y un defensor de las personas marginadas.

Tras la conferencia de Mauricio López Oropeza el 30 de julio, se presentó un nuevo libro sobre su legado. Razones para la esperanza: Helder Camara, el catolicismo global y la Iglesia australiana, escrito por la historiadora Dra. Julie Thorpe, que traza la historia e impacto de esta influyente serie de conferencias realizadas en el Newman College—un colegio residencial dirigido por los jesuitas en la Universidad de Melbourne—y del movimiento más amplio de escucha y diálogo que ha inspirado.

El libro explora los desafíos y esperanzas que han moldeado a la Iglesia a través de los teólogos influyentes y voces católicas destacadas que han ofrecido estas conferencias a lo largo de las décadas, incluyendo a los cardenales Charles Bo SDB y Luis Tagle, la hermana Nathalie Becquart XMCJ y el corresponsal del Vaticano de CNN, Christopher Lamb.

El hermano Mark escribió el prólogo del libro, diciendo: 

«En un mundo lleno de violencia y odio, el testimonio evangélico de Dom Hélder Câmara, de Recife, Brasil, se alza como un faro de luz y esperanza».

Lea la nota original (inglés) en melbournecatholic.org.

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